sábado, 31 de julio de 2010

seis a.m


De pronto mientras dormía, se cayó del cuerpo y se vio sin alma. Si no me equivoco la dejó enganchada en el cordel de la ropa mojada, para secarle el llanto. Lo peor es que se le había olvidado ponérsela otra vez…

Pastel graso, por Pamela Valdés González
Texto por Pamela Valdés González

Conjuro


Que el escalofrío de tu intención macabra
me abra las venas y recorra la sangre
eres el excomulgado de todas las razones
el nombre impronunciable
el amante impetuoso de la sombra...
y contigo peco... aún estando dormida
y me gano a pulso propiedades en el infierno...

y la sonrisa culposa no me la despinta nadie
porque mis labios están ya presos del fuego


Pastel graso, Pamela Valdés González
Verso Libre, Pamela Valdés González

EL 371

El sol está de adorno, pienso en la máquina del tiempo que todos cargamos dentro… la película lo decía: nuestra máquina hacia el pasado son los recuerdos, la del futuro son nuestros sueños. Tal vez en este instante que ya comienza a despedirse no estoy viviendo lo suficiente por pasar el tiempo joven viajando en mi máquina…

De pronto la nube de smog se está volviendo sólida y se acerca con cierta rapidez, parece que la máquina ha dejado de funcionar… tengo miedo, la ciudad amenaza con venirse encima. Con toda su absurda velocidad me desafía a agarrar el momento que aun vive o de lo contrario, el castigo será hacerme parte de su loca y ciega carrera por el pasar de los edificios grises. Parece que desea que las ganas de lanzarme a la línea del metro se vuelvan realidad.

Entonces los ruidos del trabajo de afuera me despertaron, claro, estaban construyendo el arma de mi suicidio a la salida del edificio. Algo extraño ha sucedido en la avenida, los negocios del frente se cambiaron de lugar, parece que fue mientras dormía. ¡¡Qué estúpido pensamiento!!. Lo que sucede es que ocurrió cuando estaba ocupado corriendo para alcanzar la micro, cuando crucé sin mirar atrás las tres puertas hasta mi departamento. Parece que el que venía detrás era un vecino… creo que su cara me es conocida, tal vez en una de esas reuniones en el 33… que raro todo, ya llevo un buen tiempo acá y aun no se quien vive o quien viene de visita, probablemente hasta que me vaya de esta burbuja no lo sabré, no tengo tiempo para saber si hay más personas aparte de mí.

Texto sin Nombre, por Pamela Valdes Gonzalez

martes, 27 de julio de 2010

JESÚS DEL CACTUS

Jesús del Cactus
Salía de noche con el pelo suelto
Jesús del cactus
Caminaba sin mirar cuando era visto
Jesús del cactus
Cambiaba Coca-Colas por cajas de cartón
Jesús del cactus
Soñaba entre micros amarillas
Despertaba en un piso de parquet
Comía lo que encontraba
pensaba que todo existía
aunque Jesús del cactus
aun no conocía nada

Jesús del cactus
Tránsito entre enfermeras
y se detuvo casi sin mirar
entre dos artistas
Jesús del cactus no sabia
que las encontraría después
de largos viajes.
Jesús del cactus
Conoció la pasión de las espinas
y vio las hojas crecer después del invierno
lo llamaron padre
y de un limón y un espino
tomo sus frutos y se reconoció en ellos

Jesús del cactus dejo de ser numero
y se hizo letra
Jesús del cactus conoció el desierto
fue tentado, y pacto con la maquina
Jesús del cactus sin arrepentirse se hizo otro
espero que llegara nuevamente
recordó que dejo un camino vacio
una espera fría
una noche solo
Jesús del cactus ya no tiene espinas
pero espera encontrar las mañanas
que perdió entre soles y atardeceres
en un desierto que no espero
pero que acepto y tomo como suyo

Poema de Andres Saenz Vergara

Volver...

¿Cómo poder juntar ambas puntas de la cuerda armando la cicunferencia sin quedarme dando vueltas sobre ella? como una órbita adictiva... prohibida, lejana e inconsecuente...
Si me afirmaran que no habrá caídos reviviría los versos de pluma invisible.
Armaría un diario mural de alegría.
Suspiraría el aire que quedó transitando el edificio.
Y me sentaría a oir aquel tango de Gardel sin derramar una lágrima...

Por Pamela Valdes Gonzalez

Sub Versiones del Cuerpo

Y que pasa cuando a la carne ya no le es posible contener las dimensiones a las que se le condeno aprisionar, cuando los gestos re valsan la ignominia de los dominios en los que han sido enclaustrados, que hacer por lo tanto cuando no quedan formas físicas de soporte y el universo eufemisticamente infinito golpea las paredes de su prisión temporal, agitando cadenas de sal, de recuerdos, de dolores que exigen liberarse.
No hay tiempos en los que no contengamos aprisionadas las voluntades purulentas que incitan desde el infracuerpo la construcción de espacios y caminos de fuga.
Las preguntas que golpean el consiente al dormir, los recuerdos que tiñen en sepia la espera de aquello que sabemos no regresara, la oscura conjura que inflama la tentación.
El desamor que gotea desde la respiración lamiendo recuerdos agrios, que llenan de peste y opio a los racimos de pájaros que abren las ventanas y mueren contra los vidrios rotos


Pintura sin nombre, técnica mixta de Pamela Valdes Gonzalez
Texto por Andres Saenz Vergara