sábado, 31 de julio de 2010

EL 371

El sol está de adorno, pienso en la máquina del tiempo que todos cargamos dentro… la película lo decía: nuestra máquina hacia el pasado son los recuerdos, la del futuro son nuestros sueños. Tal vez en este instante que ya comienza a despedirse no estoy viviendo lo suficiente por pasar el tiempo joven viajando en mi máquina…

De pronto la nube de smog se está volviendo sólida y se acerca con cierta rapidez, parece que la máquina ha dejado de funcionar… tengo miedo, la ciudad amenaza con venirse encima. Con toda su absurda velocidad me desafía a agarrar el momento que aun vive o de lo contrario, el castigo será hacerme parte de su loca y ciega carrera por el pasar de los edificios grises. Parece que desea que las ganas de lanzarme a la línea del metro se vuelvan realidad.

Entonces los ruidos del trabajo de afuera me despertaron, claro, estaban construyendo el arma de mi suicidio a la salida del edificio. Algo extraño ha sucedido en la avenida, los negocios del frente se cambiaron de lugar, parece que fue mientras dormía. ¡¡Qué estúpido pensamiento!!. Lo que sucede es que ocurrió cuando estaba ocupado corriendo para alcanzar la micro, cuando crucé sin mirar atrás las tres puertas hasta mi departamento. Parece que el que venía detrás era un vecino… creo que su cara me es conocida, tal vez en una de esas reuniones en el 33… que raro todo, ya llevo un buen tiempo acá y aun no se quien vive o quien viene de visita, probablemente hasta que me vaya de esta burbuja no lo sabré, no tengo tiempo para saber si hay más personas aparte de mí.

Texto sin Nombre, por Pamela Valdes Gonzalez

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