Ocho horas tomando
y siete días pensando
Ahora de vuelta a la realidad
con más hambre de vivir
con más fé en las fantasías
con la sangre más caliente
repaso mentalmente
al grillo de la consciencia
susurrando a mi líbido:
"los pensamientos son libres,
pero más enviciantes que el vino"
El concho del licor rojo
se va quedando en el estómago
mientras las sensaciones
anidan y cosquillean el cuerpo entero
los poros recuerdan
y mientras uno te come el hígado
el otro placer se transporta bélicamente
por toda la piel,
insano
libertino
oscuro
sin filtro
impúdico
y rico....
rico como pillarse sonriendo sola
de pura, absoluta y fascinante maldad
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