sábado, 31 de julio de 2010

seis a.m


De pronto mientras dormía, se cayó del cuerpo y se vio sin alma. Si no me equivoco la dejó enganchada en el cordel de la ropa mojada, para secarle el llanto. Lo peor es que se le había olvidado ponérsela otra vez…

Pastel graso, por Pamela Valdés González
Texto por Pamela Valdés González

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